PUENTES
Turismo - Lugares de interés
Si algo caracteriza a Santesteban/Doneztebe es su situación estratégica, en la zona que pone en contacto el valle de Lerín abierto por las regatas Ezcurra y Ezpelura con la cuenca del Bidasoa. La confluencia de estas regatas con el río Bidasoa fue dando paso a un terreno de aluvión que en el transcurso de los siglos se convirtió en el llano más extenso del valle. Sobre el se situó un asentamiento humano, cuyo orígenes son inciertos pero que sin duda previsibles descubrimientos arqueológicos darán luz para determinar con bastante probabilidad, que la presencia del hombre en el territorio pudiera remontarse a la prehistoria.
Monte, agua, tierra cultivable son los recursos naturales que favorecieron sin duda el nacimiento y consolidación de la villa, cuya entrada en la historia tiene mucho que ver con la presencia romana en la costa a partir del siglo III de nuestra era, y la fundación del puerto de Oiasso (Irún) en la desembocadura del Bidasoa en la bahía de Txingudi. Precisamente el significado del término Bidasoa se ha aclarado con el descubrimiento arqueológico en los últimos años del siglo pasado, de los restos del puerto de Oiasso. Por tanto el río que comunica la zona noroeste de Navarra con el mar, el Bidasoa, es literalmente el camino (bide) hacia Oiasso (asoa). Y a lo largo de los siglos este es el papel que ha jugado el río, el de abrir entre los montes un paso hacia el mar, paso en parte terrestre y en parte fluvial.
Desde antiguo se trató de impulsar la vía fluvial que facilitaba enormemente las comunicaciones, y aunque existió en el siglo XVI un proyecto para hacer navegable el Bidasoa desde Santesteban, fue desechado pues la complicada orografía desde esta localidad hasta las Cinco villas, impedía salvar las dificultades con la tecnología de la época. Para entonces Santesteban se había convertido en la cabecera del valle de Lerín, y tras la quema del pueblo en Junio de 1522 por la coalición de franceses y agramonteses que trataba de restaurar en el trono navarro a los reyes Albret, inició una etapa de reconstrucción y expansión. Para ello tuvo que mejorar sus accesos, que no eran otros sino los puentes situados sobre los ríos que rodean la villa.
La localidad a lo largo del tiempo ha tenido tres puentes a los que se ha añadido en tiempos recientes una pasarela. El más importante situado sobre el Bidasoa, probablemente construido en piedra en la misma época, conocido como «Doneztebecoçubia» en la documentación, su propiedad y mantenimiento corría por cuenta del barrio de Oteiza en el lado donde se sitúan los contrafuertes que protegen los pilares de la fuerza de la corriente, y de la villa en el lado contrario.
El otro puente situado en la confluencia de las regatas Ezpelura y Ezkurra era propiedad de la villa, y sustituyó al antiguo puente de madera al contratarse su construcción en piedra en 1545, como consta en el contrato firmado con el maestro de obras de cantería maestre Miguel de Amassa, avecindado en la villa. Llama la atención que el encargo habla de un puente de un solo arco, con buenos cimientos. Probablemente se varió el proyecto para dar la posibilidad de pasar sobre las aguas que se unen en ese lugar, situando el pilar central donde actualmente está, delante del espolón que en la última reforma canaliza la confluencia de ambas regatas.
El tercer puente es el situado en la desembocadura de la corriente anterior en el río Bidasoa. Fue propiedad del señor de Agorreta, del siglo XVI. que coincidirían con el actual Inzakardi. La ubicación de dicho puente según datos que indican que el mojón que señalaba las propiedades del palacio de Agorreta estaban en la endrecera de Hugarte (Huartea), coincidiría con el del antiguo ferrocarril, modificado hace pocos años.
En conclusión, los tres puentes que comunicaban la villa de Doneztebe en los comienzos de la Edad moderna eran de distintos propietarios. El situado sobre el Bidasoa de propiedad compartida con el barrio de Oteiza, el de Elgorriaga de propiedad municipal, y el que conocemos como del ferrocarril de propiedad señorial. Dedúzcase que el paso por ellos era libre en unos casos, y sometido a peaje en otro. Han estado y esperemos que estén ahí por mucho tiempo para permitirnos disfrutar de la vista de las aguas que rodean nuestro pueblo, que constituyen uno de los encantos naturales de la localidad.